Translate

miércoles, 13 de marzo de 2013

Muérete mientras puedas ( VI )

    Le observé como cualquiera odservaría a un desiquilibrado mental que se hubiera puesto a dar volteretas en un ascensor.
    Sí, puede que Janna fuera mi nombre pero...¿por qué no lo recordaba?  Y todo eso del apocalipsis, y de qué era él...Y de repente caí en la cuenta de algo.

   - ¡ La cocacola!- Mi voz sonó como un graznido seco.
   - Qué pasa ahora...- soltó un bufido nasal.
   - ¡Ahora lo entiendo!...¡Me has drogado!...
   - Dios mío...- y miró al techo.
   - Todo ésto ha empezado cuando he bebido ese trago que me has obligado a tomar...
    Él se dejó caer pesadamente en el taburete más próximo.
   - ¿Qué le has echado al refresco chiflado?...
   - Naada.
   - ¿Con que nada eh?- pro fin todo empezaba a encajar.
   - ¿Cómo iba yo a echar nada en el refresco si tú misma lo has sacado de la máquina, eh?
   - ¡La tenías preparada!¡Por éso estabas junto a ella!
    El psicópata me miró con lástima y luego suspiró.
   - Vaale, está bien.   Digamos que he podido sacar una lata de la máquina expendedora, introducirle una droga y volverla a poner dentro para que tú la sacaras,sabiendo exactamente qué refresco ibas a escoger de antemano...
   - ¡Exacto!...- aunque, viéndolo así parecía más bien difícil...¡pero no imposible!
   - Y que toodo ésto es una alucinación inducida.
   - ¡Ahá!...
   - Y el hecho de que no recuerdes ni tu nombre, también es debido a esa...droga.
   - Tú mismo lo estás diciendo.
   - Entonces...Si tan segura estás de tu teoría, sólo bastará con abrir tu bolso y echarle una mirada a tu carné de identidad para saber quién eres realmente,¿no?
   - ¡Claro...!- "¡El bolso!...¿Por qué no se me habrá ocurrido a mí?..."
   - Bien pues, adelante.
    Tanta colaboración repentina no me daba demasiada confianza pero no podía fiarme demasiado de mi actual perepción: Estaba drogada.  Agarré el bolso rápidamente, saqué la cartera y la inspeccioné con avidez.   Y cuando tuve el carné delante...
   - Ejem...¿Pasa algo?- preguntó con insolencia.
   
    No podía creer lo que estaba viendo.  Me llamaba...¿Margarita Ríos?...Aquel nombre no me decía nada en absoluto, pero éso no era lo más desconcertante...
   - Humm...¿Cuándo te has operado?- dijo por encima de mi hombro.
    Me aparté de él brúscamente pero mi mirada iba de la fotografía del documento al cristal de la ventana que había tras la barra y en el que me reflejaba como en un espejo...Las imágenes...¡No coincidían!...
    Mis manos comenzaron a temblar y dejé caer la cartera.

   - Veamos...-dijo tomándola con rapidez- Margarita Ríos...Tienes cuarenta y dos años...Soltera...Y aquí hay más fotos, vaya...Éstos deben de ser tus hermanos, claro y ésta señora...tu madre, seguro, tienes sus ojos...O mejor dicho: Margarita tiene sus ojos...Humm...Qué interesante, ¿no te parece?
   
    Me costaba respirar.
   - ¿Cómo ha conseguido cambiar tanto, señorita Ríos? ¿Hay algún cirujano plástico en el tren?
   - Ése bolso no es el mío...- repliqué con un hilo de voz. "¡Qué está pasando...!"
   - Es evidente que no. Pero,¿cómo es que lo tienes? Has entrado con él en este vagón,antes de verme.
   -No lo sé...

    Todo era tan confuso...Aquéllas personas de las fotos...Mis hermanos...Mi madre...Intenté recordar algo más sobre ellos pero...fue inútil...Sólo había aquéllas fotografías en mi cabeza...nada más...Y mi rostro...Yo no era morena de piel...No aparentaba cuarenta y dos años...No era...Margarita Ríos...

   - Uf, menuda cara- se mofó- Cualquiera diría que has visto a un fantasma.
   - Dónde está mi bolso...
   - Ah, que no es éste.
   - Basta de sarcasmo...Dónde está...
   - Por qué tendría yo que saberlo.
   - Pues porque tú...
   - Porque yo qué
   - Todo ésto es cosa tuya,¡lo sé!
   - Vaya, pues sí que soy bueno haciendo...magia.
   - ¿ Por qué me haces ésto..?- imploré sintiédome cada vez más cansada y más confusa.
   - Yo sólo te estoy llevando de vuelta a la realidad, nena.  Lo que deberías empezar a preguntarte es por qué creías que eras Margarita Ríos.
   - Yo...no sé quién...Yo creía que era...
   Dentro de mi mente sólo había un gran agujero negro cada vez más grande y atemorizador.
   - Eres dura de mollera, éso está claro. Siempre lo has sido...
   - Que lo he sido...Pero...¿De qué me conoces?...- mi voz sonó más a súplica que a imposición.
   - Humm...por fin pareces algo receptiva.
   - ¡Habla de una vez!
   - Caalma, mujer, caalma.
   - ¡No me trates como si yo fuera la loca!- chillé.
   - No te comportes como tal.
   - ¡Por favor...!- golpeé el mostrador de pura impotencia, casi lloriqueando- Dime qué está pasando...por favor...
  
    El tío abandonó  su postura de arrogancia e ironía y dejó caer los hombros.
   - Es lo que intento hacer desde hace rato.
   -¡Pues hazlo de una vez...!
   -Ok. Escucha y no me interumpas, ésto ya está durando demasiado.
    Asentí en silencio.

   - Bueno...vamos allá...Te llamas Janna Dawn.  Naciste en New Hampshire, hace 23 años.  Yo soy Jarrod Robert, me conociste hace seis meses en el hospital Sagrado Corazón, donde acabaste después de la tragedia del Pub Wellington, yo te llevé allí.
   - ¿Tragedia...?
   - ¿No te suena absolutamente nada de lo que te estoy contando?
   - Lo siento...de momento no...
   - Vale...-suspiró de nuevo con cansancio- Toda la gente que había en aquél pub murió, en el incendio, excepto tú.
   - ¿Q...qué incendio?...
   - Vale, éso no podrás recordarlo.
   - ¿Por qué no?
   - Porque tú ya no estabas dentro cuando empezó.
   -¿ Por qué...?- tragué saliva.
   - Yo te saqué antes.
   -¿ Antes del incendio...?- las piernas me flaqueaban otra vez.
   - Sí.  Y me aseguré de que estuvieras inconsciente.
   - Cómo...
   - Te golpeé.  Pero no para matarte, claro.
   - Pero...pero...-me costaba concentrarme aunque no podía dejar pasar aquéllo que me angustiaba.
   - Quéee...Joder con las preguntitas...
     Procuré escoger mis palabras con cuidado.
   - Entonces tú sabías que iba a haber un incendio allí...
   - Por supuesto. Nunca dejamos cadáveres con pistas.
   - De...¿dejamos...quién...qué...?
    El tal Jarrod o Robert o como fuera,bufó.  Luego sacó una fotografía arrugada del bolsillo de su pantalón.  Me la mostró.
   - ¿Te acuerdas de él? Es Lòrien. También le conociste ésa noche.
   
    Observé la fotografía con detenimiento.  Era de un hombre joven, de unos veinticinco años, alto, atlético y moreno, con los ojos verdes y un rostro atractivo...muy atractivo...Casi demasiado...

   - Todos le llamábais... 'El Francés'.

    De repente una imagen se materializó en mi memoria.  Un bar...oscuridad...Una canción...Gente que aplaudía... Y ése chico de ojos verdes tocando una guitarra...

   - Sí...espera...
   - Sabía que a él le recordarías- apostilló con cierta amargura.

    Le veía en mi cabeza, sonriente...
   - Me... hablaba de música...Sí...A mí y a...Carolye y...Vicky...
   - Tus amigas.
   -¡Las recuerdo!...Carolye no quería salir pero...yo la convencí...
   - Y acabásteis en el pub.
   - Sí...Pero...Pasó algo...
   - Ya lo creo.- Su tono era triste de nuevo.
   - Pero qué pasó...
   - ¿Recuerdas ya quién eres?
   - Espera,espera...- Y como una oleada de imágenes desenfocadas, mi vida volvió a mi memoria...El barrio, mis padres...la universidad,mi habitación...mis amigos...mi nombre...- Soy Janna...¡Janna Dawn Haward!...¡Lo recuerdo!...¡Recuerdo mi casa!
   - Bien.
   - Estaba estudiando para un exámen de ciencias y me cansé...Me discutí con mamá y llamé a Vicky y a Carolye...Y salimos...
   - Al pub, lo sé.
   - Sí...Y entró ese tío, El Francés...Dijo que se había perdido buscando su pensión y ...
   - Le invitásteis a cenar.
   - Sí...Pero no quiso comer  nada...Y...
   - Se puso a jugar a los dardos con vosotras, ya.  Se le da muy bien.
   - ¡Exacto!...Lo sabes...Pero, entonces...¡estabas allí!
   - Ojalá, pero no.  Sé qué es lo que Lòrien suele hacer, su...forma de actuar.   Es un tipo encantador, muy social...sobre todo cuado tiene... hambre.
    Un escalofrío me cruzó la espalda como un latigazo.
   - Qué quieres decir...
   - ¿No recuerdas nada más?

    Mi mente abotargada se esforzaba al máximo.
   - No recuerdas cómo...empezó...
   - No lo sé...- mi cabeza giraba entorno a algo como en una olla llena de agua enfangada.
   - ¿No recuerdas los gritos ni...la sangre...?

    Y de golpe, como si un vendaval me azotase desde dentro, mi cerebro reprodujo para mí otra imagen...La imagen más macabra y aterradora que había visto jamás...

lunes, 4 de marzo de 2013

Muérete mientras puedas ( V )

   Nunca había soportado demasiado bien el dolor.   Hay gente que sí, que está acostumbrada a tener achaques o limitaciones físicas y...en esos momentos deseé ser una de ellas.
    Apreté los párpados esperando, por lo menos, no ver de dónde iba a venir el golpe...o la herida...o lo que fuera que...ese tarado iba a hacerme. 
    Esperé y esperé lo que me pareció una eternidad pero no sentí nada.   ¿Mi cerebro bloqueaba lo que estaba haciéndome?   Me sentí aliviada de que así fuera.

   - Se puede saber qué pasa ahora- dijo como una pregunta.
   Abrí los ojos aturdida y me encontré con su mirada azul.
   - Estás como una regadera. ¿ Qué crees que voy a hacerte?
   - No lo sé...Pero...-me armé de valor- Sea lo que sea, por favor...hazlo rápido...
    Su mirada se tornó escéptica y divertida.

   - De verdad que no me puedo creer que seas precisamente tú la que esté asustada...
   - ¿ Eh...?
   - Tú, la señora apocalipsis asustada.  Me cuesta creerlo.
   " Oh no...Ya estamos con el delirio otra vez..."

   - ¿ Cómo me has llamado?...
   - Ya sabes a lo que me refiero.
   - No es por llevarte la contraria...Pero...No.  Y si supiera por qué me estás haciendo ésto...no sé, pero tal vez...podría...Si supiera qué es lo que te he hecho de malo, podría...intentar...arreglarlo...- Por supuesto iba totalmente a ciegas con el tema, pero lo cierto es que parecía furioso conmigo por algo.
     Escudriñó mi rostro con desconfianza.

   - De veras no recuerdas quién eres, ¿eh?
   - Sé quién soy...Lo que no sé es...Quién crees tú que soy...- Era arriesgado apretarle las tuercas pero de verdad que no sabía qué más hacer.
   - Humm...Así que sabes perfectamente quién eres y crees...que estoy loco o algo parecido,¿no?
   - Emm...Algo así, sí...
   - Bien, pues...entonces no te importará decirme tu nombre.
   - Claro que no.-  ¿Era prudente decírselo y llevarle la contra?
   - ¿Y bien?
   - Me llamo...
   - ¿Sí...?

     Algo pasó en mi cabeza entonces.  ¡Estaba completamente bloqueada! ¿Qué me pasaba?
   - ¡Qué me has hecho!...-le acusé sin florituras. Algo no iba bien y sospechaba qu él tenía algo que ver en éllo.
   -¿ Yo?- respondió divertido.
   - ¿Me has hipnotizado o algo así?¡Qué le has hecho a mi mente!
   - Nada de nada. Qué pasa, ¿no recuerdas cómo te llamas?
   - ¡No!...
   - Ahá.  Por fin.
   - ¡ Por fin qué!- ahora sí estaba aterrorizada- ¡Devuélveme la memoria!
    Él rió quédamente.
   -Yo no te la he quitado.
   - ¡Sé que has sido tú!...
   - ¿Estás segura?  A dónde ibas.
   - ¿Eh...?
   - Cuándo compraste el billete y hacia dónde te diriges, a ver.
    Me concentré todo lo que pude pero...¡no había nada...! Mi memoria no reaccionaba...
   - Qué comiste ayer, o ésta mañana.
    Empecé a sentirme mareada.
   - Basta...
   - ¿ Cuántos años tienes?
   - ¡Basta!...
   - ¿ Cuál es tu color favorito?
    De repente la bombilla se encendió.
   - ¡El rojo!...¡Es el rojo!...No, espera...- no estaba segura.  El rojo me gustaba pero a la vez me daba como...grima y...
   - Qué pasa.
    Me deshice de sus manos y retrocedí. Él no me lo impidió.
   - No puedo pensar contigo delante...No puedo...-  la cabeza me daba vueltas y sentí náuseas-  Yo...necesito...vomitar...
   - No, no vas a vomitar.
   - Voy a hacerlo...
   - No lo compredes, Janna: Tú no puedes vomitar.
  
    Le miré pasmada. ¿ Me había llamado...?
   - ¿Janna?...-  Y de sopetón ése nombre me encajó. ¿ Era el mío?...¡ Pero qué clase de pesadilla agustiosa estaba teniendo!...
   - Tranquila.  Dentro de unos instantes lo recordarás todo.
   - ¿ Recordar qué...?...- Por fin me apoyé en la barra.  " Dios mío...Qué me está pasando..."
   - Todo: Quién eres, qué haces aquí, qué hago yo aquí...todo.-  Su voz sonó tirste.
   - ¿ Quién eres...?- Apenas podía sostenerme derecha.  
    Él se acercó y me ayudó a sentarme.
   - Robert, pero...Tú ya me conoces, ¿ verdad? 
     Clavó en mí una mirada tan triste y tierna y tan compleja y llena de matices que me hizo pensar en que tal vez tenía razón.
   - Pero quién soy no es lo más importante.  Lo que debes intentar recordar es qué soy y por qué estoy aquí...