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domingo, 17 de febrero de 2013

Muérete mientras puedas ( IV )

     ¿Sabéis cómo es esa sensación previa al ridículo, cuando te acabas de dar cuenta de que alguien te está gastando una broma pesada?   Pues algo así, sólo que mezclado con miedo , era lo que yo sentí al oír aquéllo.

-   Qué pasa, has puesto cara de gato que atrapa un ratón.
-   Será porque acabo de atrapar a uno y bien grande.
  Su respuesta indicaba que efectivamente, no iba desencaminada.
-   ¿Qué?-  Ahora me miraba confundido.
-   Venga, no disimules más-  sonreí aún sin tenerlas todas conmigo pero muchísimo más relajada, como al despertar de una pesadilla- Como broma para matar el aburrimiento de un trayecto largo está bien, pero te has pasado un poco con lo del brazo, la verdad.   Me has hecho daño.
-    Pero no te he golpeado en la cabeza que yo recuerde,¿no?- replicó enfadado-  ¿ De qué broma hablas?¿Es que has perdido el juicio del todo?

    Por un momento la pesadilla volvió pero, enseguida recobré el control.

-   Lo haces bien.   Se nota que no es la primera vez, ¿eh, pillín?  -  hasta me atreví a darle un ligero codazo.

    Pero, contrariamente a lo que esperaba, el tío puso cara de búfalo cabreado y apretó las mandíbulas al decir:

-   ¿ Qué intentas?
-   Pues...-  No compredía...
-   Ésto no es ninguna broma.
    Y entonces me enfadé yo.

-   Mira, es tarde y estoy cansada, así que, si no te importa...-  Me levanté-   Seguiré leyendo mi novela y espero no vover a verte en todo lo que me queda de viaje y de vida.   No ha tenido ni pizca de gracia y ¿sabes?:  Tampoco eres tan guapo.

     Me miró con la boca abierta mientras me dirigía con paso digno a la puerta del vagón por la que había llegado.

-    Dios mío...- susurró impresionado-  Estás muy loca...
-   Anda, pues éso es exactamente lo que yo opino de tí. Buenas noches y que te den a tí y a tus bromas.

     No dijo nada más y yo ya tenía prácticamnete el tirador en la mano.   Por fin, iba terminar el mal sueño.   Menudo susto me había dado el capullo.   No estaría de más que le advirtiera al personal del tren de que había un pavo por allí que asustaba a las mujeres.   En cuanto viera a alguien...

-   ¿ A dónde te crees que vas?-  Dijo a mi espalda.

    Me volví sobresaltada.   En su expresión había nervosismo y tensión, pero también una feroz determinación y éso hizo que me asustara otra vez.   Estaba muy cerca.

-   Basta- me atreví a decir a pesar del miedo-   No tiene sentido seguir jugando a ésto.
-   Estoy de acuerdo.
-   ¿ Entonces?
-   Entonces qué.
-   ¡ Qué lo dejes, que dejes de asustarme ya! -  Agarré el tirador e intenté salir, pero él  bloqueó la puerta.
-   No vas a ninguna parte.   Todavía no.

     Tragué saliva.   La pesadilla se materializaba de nuevo delante de mis ojos.   ¿ Es que me había equivocado?    Algo en mi interior me dijo que sí y acto seguido, me sentí tan aterrorizada que reaccioné empujándole con todo el peso de mi cuerpo; Aunque fué como intentar mover una roca a pulso:   Salí rebotada por el impulso y caí a suelo de culo.

    El tío se tapó la boca con la mano.

-   ¡¿  Te estás riendo de mí?!...-  No daba crédito.
-   Sí- confesó como si nada-   Esto se está poniendo tan raro y surrealista que...no puedo evitarlo...-  Y soltó una carcajada casi en contra de su voluntad.
     Pestañeé aturdida.    Era real...Aquel tío...Todo lo que había estado temiendo era...de verdad...

-   Anda, levanta de ahí -.  Me tendió la mano, yo se la tomé aunque con reticencia y él tiró de mí hacia sí, demasiado fuerte.  
     Acabé chocando con su pecho.
     Fuí a apartarme enseguida, pero él me retuvo pegado a mí.   Y entonces sí que tuve miedo.  Un miedo atroz a que aquél fuera el definitivo y espantoso comienzo de mi fin...

jueves, 14 de febrero de 2013

Muérete mientras puedas ( III )

    Algo en su siguiente expresión me confundió aún más de lo que ya estaba por la situación en sí.   Ahora parecía como...¿triste?   No... Imposible.  Que yo le diera lástima era contradictorio a su amenaza de muerte y a la violencia de sus actos.    O quizás estaba tan chiflado como esos psicópatas que asesinan por 'encargo divino' y que creen que deben matar pero que en realidad no desean hacerlo.  Yo no podía saberlo, pero sin duda podía intentar seguir dándole pena, quizás así...tal vez...

-   No me hagas daño, por favor...por favor...

    Él se envaró como si le hubiera picado una avispa.  Parecía que no le gustara que le suplicra...Ay,ay...

-   Ya está bien de lloriqueos,¿no?
-   No comprendo...
-   Deja de hacerte la víctima- gruñó.
-   Perdona pero: soy, la víctima.
-   Eso crees,¿eh?
-   ¿Perdona?...- ¡Aquél tío estaba completamente perdido...!

    Me lanzó una mirada feroz.   Luego solpló por la nariz.

-   Conversemos,¿quieres?
-   Quiero que me sueltes...
-  ¿Prometes no correr ni gritar ni nada de eso?
-  ¿Prometes tú no hacerme daño?

    Volvió a soplar.
-   Estás agotando mi paciencia.
-   ¿Qué...?- No daba crédito a lo que oía-  ¡Que yo estoy agotando tu paciencia!...
-   Sí y eso no es nada bueno, créeme.

    Cerré el pico atemorizada.  Puede que el tío estuviera como una regadera pero estaba claro que se creía con derecho a retenerme allí.  Actuaba como si yo le estuviera haciendo perder el tiempo, el muy...

-   ¿De veras no me reconoces?
-   No...
-   Pues entonces tendré que refrescarte la memoria.

    Y sin más, tiró de mí y me besó con fuerza, casi con fúria.
    Me estremecí de pies a cabeza.  No sólo por la sorpresa si no porque, desde luego, sabía besar.  Pero pasado el primer segundo de confusión, me revolví con ímpetu y  asco y conseguí apartarlo de mi cara; luego le abofeteé.
   
    El tipo me atravesó con la mirada y yo me encogí.
-   No has debido hacer eso.
-   Pero tú...me has...
-   Aunque...Supongo que esta vez me lo merecía- y sonrió con tanta arrogancia que a punto estuve de pegarle otra vez.

   Me empujó sobre el taburete y me obligó a sentarme, de nuevo con expresión austera.  Luego advirtió:
-   Voy a soltarte, pero espero que no lo tomes como una promesa.
   Asentí en silencio y lo hizo por fín.
   Me dolia la muñeca, aunque no podía sentirla, debido al shock seguramente,pero sabía que me dolía...   No sé si más debido al grillete que había formado su mano en torno a ella o por mis frustrados intentos de huída.

-   ¿Te duele?
-   Sí...
-   Bien.  Ahora hablemos.

    Le miré con extrañeza.
-   Pero...No comprendo...¿ De qué quieres hablar?...
-   De qué no, de quién.
-   Vale...De acuerdo...Pues...tú dirás...
-   Supongo que no te dice nada el nombre de Janna, ¿me equivoco?

    Mi cerebro daba vueltas en busca de algún recuerdo, por ínfimo que fuera que estuviera relacionado con el nombre de Janna.  Pero no hallé nada de nada.

-   Nno...lo siento...
-   No mientas así.
-  ¿ Qué?...¡No estoy mintiendo...!¡No sé quién es esa Janna!
-   Me refiero a que no lo sientes en absoluto.
-   Pero...No te entiendo...No sé qué...
-   ¿Quieres hacerme hablar de ella? ¿Es éso? Pues vale, te hablaré de ella- espetó cabreado.

    Volví a cerrar la boca.  Si el psicópata quería hablar de esa mujer hablaríamos, por supuesto.  Mientras pensara en hablar no pensaría en matarme...O éso esperaba.  Qué loco estaba y qué miedo daba...Al parecer se le había metido en la cabeza que me conocía, yo diría que hasta que habíamos estado liados o algo...Madre mía... Si yo hubiera estado alguna vez con un hombre así me acordaría, por descontado.   Todo eso del beso y de la tal Janna y toda esa ida de olla...Me sonaba a desvarío mental y de los  gordos.  Qué mal, pero qué mal que estaba de la azotea el desgraciado...

-   Dices que no la recuerdas pero,no te creo.
-   ¿Por qué no?-  Decidí seguirle un poco el rollo de la conversación.  Como si realmente una persona retenida en contra de su voluntad y amenazada de muerte, puediera conversar como si nada con un psicótico violento...Pero debía intentar ganar tiempo para mí.   Tal vez si conseguía vivir lo suficiente, alguien aparecería en aquel vagon y yo podría pedir ayuda.-  Las personas no siempre lo recuerdan todo.
-    Ella era imposible de olvidar.

    Tragué saliva.
-   Has dicho...¿era?...
-   Lo he dicho.   Te sorprendes.
-   Pues...Claro que me sorprende...Yo...
-   Murió hace dos días...-  Agachó la mirada.

    Ahora parecía culpable, como avergonzado y a mí se me pusieron todos los pelos de punta.   Quería dar a entender que se la había cargado...y que...¿se arrepentía?

-   Cómo...- susurré con voz ahogada.
-   Está muerta.
-   No...Quiero decir que...Cómo murió...
-   Vaya, qué respuesta tan interesante.   Sobre todo viniendo de la persona que la mató...


martes, 12 de febrero de 2013

Muérete mientras puedas ( II )


    Ya...Estaba claro que me había metido en el lío más grande de mi vida.  Y lo peor era que, por mucho que me estrujara la mente, no conseguía analizar lo que estaba pasando para encontrarle un sentido,  no lograba pensar en otra cosa que en pegarle un buen porrazo y escapar.   Pero, ¿pegarle con qué? ¡ Y, escapar a dónde si estábamos en un tren...!   Eso que había dicho el tío de que los vagones contiguos estaban vacíos parecía ser cierto, a juzgar por la tranquilidad con la que me había oído gritar a pulmón...  Entonces...¿ya estaba? ¿ Iba a morir allí de una manera horrible?...

    No debí hacerlo, los psicópatas se ponen con el dolor ajeno pero, me eché  a llorar.  Mi madre...Pobrecilla...Mi muerte le iba doler tanto... Y mis hermanos...Qué golpe para todos, joder...Ni siquiera había conseguido cumplir el gran sueño de mi vida...Qué triste mi muerte.  Yo, que creía que moriría de vieja... 

-  ¿ Lloras de miedo?- me dijo el psicópata.
   Sabía que le iba a gustar...Maldito enfermo...
-  No...
-  ¿ Ah,no?- se mofó en mi cara.
-  Lloro de pena y de rabia... Chiflado de mierda...- mascullé simulando la valentía que ambos sospechábamos que no tenía.
-   Pena y rabia.Humm...¿Y miedo no?
-   Que te den, capullo desviado...

    Su rostro se ensombreció.

-   Cuida tus modales.
-   Deja que me vaya...- le ordené a punto de derrumbarme.

   La expresión de disgusto no abandonó su cara.

-   Venga, siéntate.  Y hablemos.

    Obedecí.  ¿Qué otra cosa podía hacer?

-   Y bebe un poco.  No quiero que te desmayes.

     Ésa declaración me aterrorizó.   Apreté los labios contra la lata de refresco y me obligué a beber un trago que me revolvió el estómago.

-   Buena chica.

     Dí un respingo al notar el roce de su otra mano en mi cuello.   De modo que era uno de ésos psicópatas...
    " Dios mío...Haz que todo acabe rápido..."
    Lloré con más fuerza.

-   No entiendo a qué viene tanto llanto, la verdad- dijo contrariado.
-   No quiero morir así...aquí...
-   Ya...-  supiró como cansado- Todos morimos, nena, todos morimos...

Muérete mientras puedas ( I )

   No quise parecer una impresionable estúpida e ignorarle, de modo que me dirigí hacia él y le dije: "Buenas noches",´pero el ser no me respondió, aun que sí que me miró de reojo y con superioridad.  Éso me molestó.
    Saqué la lata dándole golpes a todo lo que pude para demostrar mi cabreo y me senté en uno de los incómodos taburetes fijos.   Ya lo sé...Tendría que haberme ido de allí, pero no le iba a dar también esa satisfacción. 
    Qué idiota... Yo, no él por supuesto.  Estaba clarísimo que le importaba una mierda lo que yo creyera o pensara de él.   Pero, tonta de mí, permanecí allí, dándole la espalda a propósito, para demostrarle que no me intimidaba su altiva presencia y que en el fondo, yo 'sabía' que no era un ser sobrenatural como aparentaba, que sólo era un tío un poco más guapo e interesante que la media- vale, bastante más que la media-, pero sólo un tío, aunque a mi romántico y fantasioso cerebro le gustara jugar a imaginar cosas, como al de la mayoría de mujeres solitarias y con una vida monótona.  No había ningún mérito especial en impresionar a alguien como yo.

    Y al cabo de unos tensos segundos, en los que me pregunté contínuamente porqué demonios seguía haciendo el imbécil ( de nuevo me refiero a mí y no a él), ocurrió algo inesperado:
    El tipo se levantó y fué a sentarse a mi lado.

-  Qué tiene que hacer uno para estar a solas...- dijo suspirando.

   Le miré como si fuera la primera vez que lo veía.  Lo cierto es que era tan guapo que mirarle de cerca parecía una especie de acto obsceno.

-  No sé.  Quizás viajar en coche- respondí desafiante.

   El tío rió entre dientes.

-  No te acuerdas de mí, ¿no?

   Ahora sí estaba sorprendida y seguro que mi bobo careto lo reflejó a la perfección.

-  Perdona pero...No tengo ni idea de quien...
-  No, ¿eh?...Ya.

   Fruncí el ceño extrañada.  ¿Intentaba cachondearse de mí?
-  ¿Qué quieres decir con ese 'ya'? No sé quién eres.
-  Ya, claro.
-  ¿Perdona?
-  ¿Siempre pides perdón al hablar?
-  No sé, dímelo tú.

   Él volvió a reír y después insistió:

-   No me reconoces.
-   Porque es la primera vez que te veo.  Es que...¿eres famoso a algo así?
-   No.
-   ¿Entonces?
-   Te estoy tomando el pelo.  Creí que te dabas cuenta.
-   ¿De... qué exactamente?
-   De que estoy bromeando, mujer.
-   Ahm.- No supe qué replicarle, lo juro. Estaba tan confusa como abrumada, como molesta.

   Rió con ganas y a mí sus carcajadas me sentaron como un patada en las tripas.

-   Vale.  Creo que me voy- dije poniéndome en pie.
-   De eso nada.
-   ¿Perdona?
-   ¿Vas a dejarme ahora que has conseguido mi atención?
-   Oye, que yo no quería conseguir tu atención.
-   Ya. Por eso me has saludado y has hecho el numerito de la ofensa con la máquina de bebidas.
-   Me he ofendido porque no has sido educado. Las personas...cuando tú saludas, ellas...- Humillantemente me perdí contemplando su sonrisa.
-   No te líes, que ibas muy bien.
-   ¡Pero bueno! Tú de qué vas...- Ahora sí que me estaba ofendiendo, ¿quién se creía que era? El tío más interesante de la Tierra o qué. Hice ademán de marcharme pero él me sujetó por el brazo.  Y de repente me sentí atrapada y asustada- ¡ Suéltame!
    En un segundo la situación tomó un cariz siniestro que debí haber previsto:  Una mujer sola, de noche y un desconocido con la palabra 'peligro' escrita en la frente... ¿Por qué narices no le hice caso a mi instinto cuando entré allí?
    Clavó sus ojos azul oscuro en los míos.
-   No.
    Forcejeé, pero fué inútil.  ¡Tenía mucha fuerza!
-   ¡Suéltame o grito!
-   Ya estás gritando, así que para qué.
-   ¡Socorro!
    El tipo se partió de la risa y yo no supe qué hacer...Le clavé un patadón en la espinilla, ¡pero no me soltó!  Aunque puso cara de palo, eso sí.
-   No te pases. 
-   ¡Que me sueltes!- chillé.
-   No hay nadie que pueda oírte en los vagones contiguos, grita cuanto quieras. No voy a soltarte hasta que te calmes.
-   No voy a clamarme hasta que me sueltes-  gruñí a la desesperada.

   El tío pareció calibrar mi respuesta antes de replicar divertido:

-   No te soltaré hasta que te sientes.
-   Pues no me sentaré hasta que te apartes.
-   Y yo no voy a apartarme.
-   ¡¡Socorro!!- chillé de nuevo con todas mis fuerzas.

   Puso cara de hastío.
-   No sigas por ahí.
-   ¡¡Suelta!!-  Intenté patearle la entrepierna pero, al estar sentado, no conseguí otra cosa que darle en el muslo.

    Sopló por la nariz más molesto que dolorido.
-   Me estás cabreando, en serio.
    Sentí cómo su mano me apretaba aún más  y sin pensar me lancé a mordérsela.
-   Basta- dijo como si regañara a un niño- Vas a hacerte daño.
    Le clavé los dientes hasta que me dolieron.
-   He dicho basta- exclamó amenazadoramente.
    Ante el poco efecto de mi mordedura desistí y le crucé la cara de un bofetón, que enseguida comprobé me dolió más a mí que a él.
    Ésta vez me lanzó una mirada furibunda y dijo con voz ronca:
-   Te estás pasando.  Como vuelvas a tocarme la cara te mato.

    Me quedé helada.  No sé si fué por su forma de mirarme o por las palabras pero, supe que hablaba en serio.  Y mi cuerpo se paralizó.

-   Y si... dejo de hacerlo...- aventuré casi sin aliento.
-   Humm...- Me observó un instante que me pareció una eternidad-  Me lo pensaré.-  Y sonrió de manera apabullante.

    Y fué en ese instante,que me dí cuenta de cuán peligroso era.  Nadie sonreía así en una situación como aquélla ...A no ser... que fuera un psicópata...

domingo, 3 de febrero de 2013

Muérete mientras puedas ( Introducción)

   A aquellas horas, en aquel tubo de metal hermético que iba a toda pastilla y sugestionada por la lectura, cualquier cosa me parecía tan posible como peligrosa.
    No había querido que me acompañase nadie, no era un viaje por placer, pero ahora me arrepentía de mi maldita tozudez de super-woman,que siempre me daba problemas...

    Algo como éso pensaba cuando le ví, allí, sentado con las piernas semiabiertas, y con esa cara de : "Sí, soy un ser sobrenatural y no pienso disimularlo porque me importa un carajo que lo creáis o no". 
    Por supuesto me quedé con la boca abierta.   Una no está acostumbrada a ver tanta belleza junta en un  único rostro.  Pero también me asusté. Sobre todo cuando el ser bostezó de mentira.   Sin duda éso quería decir que me había visto y que intentaba parecer distraído.  Mal rollo...
    Mi primer impulso fué el de largarme del vagón restaurante como las balas pero, cómo no, mi tonto cerebro racional se empeñó en hacerme creer que el escalofrío que me había atravesado la espalda era sólo consecuencia de las horas que llevaba sin dormir y la destemplanza producida por el agotamiento y la refrigeración del tren.  Y claro, le hice caso...Y ahí la cagué.

    Con mi careto somnoliento, me dirigí  a la máquina de bebidas que estaba justo a su derecha para sacar una coca zero.  
    Era increíble cómo su presencia parecía ocupar el doble de espacio que su cuerpo...Le sentía tan cerca como si le estuviera pisando.  Hasta me extrañó que no moviera un sólo músculo.  No había duda: Estaba disimulando.   Pero, por qué...