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jueves, 14 de febrero de 2013

Muérete mientras puedas ( III )

    Algo en su siguiente expresión me confundió aún más de lo que ya estaba por la situación en sí.   Ahora parecía como...¿triste?   No... Imposible.  Que yo le diera lástima era contradictorio a su amenaza de muerte y a la violencia de sus actos.    O quizás estaba tan chiflado como esos psicópatas que asesinan por 'encargo divino' y que creen que deben matar pero que en realidad no desean hacerlo.  Yo no podía saberlo, pero sin duda podía intentar seguir dándole pena, quizás así...tal vez...

-   No me hagas daño, por favor...por favor...

    Él se envaró como si le hubiera picado una avispa.  Parecía que no le gustara que le suplicra...Ay,ay...

-   Ya está bien de lloriqueos,¿no?
-   No comprendo...
-   Deja de hacerte la víctima- gruñó.
-   Perdona pero: soy, la víctima.
-   Eso crees,¿eh?
-   ¿Perdona?...- ¡Aquél tío estaba completamente perdido...!

    Me lanzó una mirada feroz.   Luego solpló por la nariz.

-   Conversemos,¿quieres?
-   Quiero que me sueltes...
-  ¿Prometes no correr ni gritar ni nada de eso?
-  ¿Prometes tú no hacerme daño?

    Volvió a soplar.
-   Estás agotando mi paciencia.
-   ¿Qué...?- No daba crédito a lo que oía-  ¡Que yo estoy agotando tu paciencia!...
-   Sí y eso no es nada bueno, créeme.

    Cerré el pico atemorizada.  Puede que el tío estuviera como una regadera pero estaba claro que se creía con derecho a retenerme allí.  Actuaba como si yo le estuviera haciendo perder el tiempo, el muy...

-   ¿De veras no me reconoces?
-   No...
-   Pues entonces tendré que refrescarte la memoria.

    Y sin más, tiró de mí y me besó con fuerza, casi con fúria.
    Me estremecí de pies a cabeza.  No sólo por la sorpresa si no porque, desde luego, sabía besar.  Pero pasado el primer segundo de confusión, me revolví con ímpetu y  asco y conseguí apartarlo de mi cara; luego le abofeteé.
   
    El tipo me atravesó con la mirada y yo me encogí.
-   No has debido hacer eso.
-   Pero tú...me has...
-   Aunque...Supongo que esta vez me lo merecía- y sonrió con tanta arrogancia que a punto estuve de pegarle otra vez.

   Me empujó sobre el taburete y me obligó a sentarme, de nuevo con expresión austera.  Luego advirtió:
-   Voy a soltarte, pero espero que no lo tomes como una promesa.
   Asentí en silencio y lo hizo por fín.
   Me dolia la muñeca, aunque no podía sentirla, debido al shock seguramente,pero sabía que me dolía...   No sé si más debido al grillete que había formado su mano en torno a ella o por mis frustrados intentos de huída.

-   ¿Te duele?
-   Sí...
-   Bien.  Ahora hablemos.

    Le miré con extrañeza.
-   Pero...No comprendo...¿ De qué quieres hablar?...
-   De qué no, de quién.
-   Vale...De acuerdo...Pues...tú dirás...
-   Supongo que no te dice nada el nombre de Janna, ¿me equivoco?

    Mi cerebro daba vueltas en busca de algún recuerdo, por ínfimo que fuera que estuviera relacionado con el nombre de Janna.  Pero no hallé nada de nada.

-   Nno...lo siento...
-   No mientas así.
-  ¿ Qué?...¡No estoy mintiendo...!¡No sé quién es esa Janna!
-   Me refiero a que no lo sientes en absoluto.
-   Pero...No te entiendo...No sé qué...
-   ¿Quieres hacerme hablar de ella? ¿Es éso? Pues vale, te hablaré de ella- espetó cabreado.

    Volví a cerrar la boca.  Si el psicópata quería hablar de esa mujer hablaríamos, por supuesto.  Mientras pensara en hablar no pensaría en matarme...O éso esperaba.  Qué loco estaba y qué miedo daba...Al parecer se le había metido en la cabeza que me conocía, yo diría que hasta que habíamos estado liados o algo...Madre mía... Si yo hubiera estado alguna vez con un hombre así me acordaría, por descontado.   Todo eso del beso y de la tal Janna y toda esa ida de olla...Me sonaba a desvarío mental y de los  gordos.  Qué mal, pero qué mal que estaba de la azotea el desgraciado...

-   Dices que no la recuerdas pero,no te creo.
-   ¿Por qué no?-  Decidí seguirle un poco el rollo de la conversación.  Como si realmente una persona retenida en contra de su voluntad y amenazada de muerte, puediera conversar como si nada con un psicótico violento...Pero debía intentar ganar tiempo para mí.   Tal vez si conseguía vivir lo suficiente, alguien aparecería en aquel vagon y yo podría pedir ayuda.-  Las personas no siempre lo recuerdan todo.
-    Ella era imposible de olvidar.

    Tragué saliva.
-   Has dicho...¿era?...
-   Lo he dicho.   Te sorprendes.
-   Pues...Claro que me sorprende...Yo...
-   Murió hace dos días...-  Agachó la mirada.

    Ahora parecía culpable, como avergonzado y a mí se me pusieron todos los pelos de punta.   Quería dar a entender que se la había cargado...y que...¿se arrepentía?

-   Cómo...- susurré con voz ahogada.
-   Está muerta.
-   No...Quiero decir que...Cómo murió...
-   Vaya, qué respuesta tan interesante.   Sobre todo viniendo de la persona que la mató...


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