No quise parecer una impresionable estúpida e ignorarle, de modo que me dirigí hacia él y le dije: "Buenas noches",´pero el ser no me respondió, aun que sí que me miró de reojo y con superioridad. Éso me molestó.
Saqué la lata dándole golpes a todo lo que pude para demostrar mi cabreo y me senté en uno de los incómodos taburetes fijos. Ya lo sé...Tendría que haberme ido de allí, pero no le iba a dar también esa satisfacción.
Qué idiota... Yo, no él por supuesto. Estaba clarísimo que le importaba una mierda lo que yo creyera o pensara de él. Pero, tonta de mí, permanecí allí, dándole la espalda a propósito, para demostrarle que no me intimidaba su altiva presencia y que en el fondo, yo 'sabía' que no era un ser sobrenatural como aparentaba, que sólo era un tío un poco más guapo e interesante que la media- vale, bastante más que la media-, pero sólo un tío, aunque a mi romántico y fantasioso cerebro le gustara jugar a imaginar cosas, como al de la mayoría de mujeres solitarias y con una vida monótona. No había ningún mérito especial en impresionar a alguien como yo.
Y al cabo de unos tensos segundos, en los que me pregunté contínuamente porqué demonios seguía haciendo el imbécil ( de nuevo me refiero a mí y no a él), ocurrió algo inesperado:
El tipo se levantó y fué a sentarse a mi lado.
- Qué tiene que hacer uno para estar a solas...- dijo suspirando.
Le miré como si fuera la primera vez que lo veía. Lo cierto es que era tan guapo que mirarle de cerca parecía una especie de acto obsceno.
- No sé. Quizás viajar en coche- respondí desafiante.
El tío rió entre dientes.
- No te acuerdas de mí, ¿no?
Ahora sí estaba sorprendida y seguro que mi bobo careto lo reflejó a la perfección.
- Perdona pero...No tengo ni idea de quien...
- No, ¿eh?...Ya.
Fruncí el ceño extrañada. ¿Intentaba cachondearse de mí?
- ¿Qué quieres decir con ese 'ya'? No sé quién eres.
- Ya, claro.
- ¿Perdona?
- ¿Siempre pides perdón al hablar?
- No sé, dímelo tú.
Él volvió a reír y después insistió:
- No me reconoces.
- Porque es la primera vez que te veo. Es que...¿eres famoso a algo así?
- No.
- ¿Entonces?
- Te estoy tomando el pelo. Creí que te dabas cuenta.
- ¿De... qué exactamente?
- De que estoy bromeando, mujer.
- Ahm.- No supe qué replicarle, lo juro. Estaba tan confusa como abrumada, como molesta.
Rió con ganas y a mí sus carcajadas me sentaron como un patada en las tripas.
- Vale. Creo que me voy- dije poniéndome en pie.
- De eso nada.
- ¿Perdona?
- ¿Vas a dejarme ahora que has conseguido mi atención?
- Oye, que yo no quería conseguir tu atención.
- Ya. Por eso me has saludado y has hecho el numerito de la ofensa con la máquina de bebidas.
- Me he ofendido porque no has sido educado. Las personas...cuando tú saludas, ellas...- Humillantemente me perdí contemplando su sonrisa.
- No te líes, que ibas muy bien.
- ¡Pero bueno! Tú de qué vas...- Ahora sí que me estaba ofendiendo, ¿quién se creía que era? El tío más interesante de la Tierra o qué. Hice ademán de marcharme pero él me sujetó por el brazo. Y de repente me sentí atrapada y asustada- ¡ Suéltame!
En un segundo la situación tomó un cariz siniestro que debí haber previsto: Una mujer sola, de noche y un desconocido con la palabra 'peligro' escrita en la frente... ¿Por qué narices no le hice caso a mi instinto cuando entré allí?
Clavó sus ojos azul oscuro en los míos.
- No.
Forcejeé, pero fué inútil. ¡Tenía mucha fuerza!
- ¡Suéltame o grito!
- Ya estás gritando, así que para qué.
- ¡Socorro!
El tipo se partió de la risa y yo no supe qué hacer...Le clavé un patadón en la espinilla, ¡pero no me soltó! Aunque puso cara de palo, eso sí.
- No te pases.
- ¡Que me sueltes!- chillé.
- No hay nadie que pueda oírte en los vagones contiguos, grita cuanto quieras. No voy a soltarte hasta que te calmes.
- No voy a clamarme hasta que me sueltes- gruñí a la desesperada.
El tío pareció calibrar mi respuesta antes de replicar divertido:
- No te soltaré hasta que te sientes.
- Pues no me sentaré hasta que te apartes.
- Y yo no voy a apartarme.
- ¡¡Socorro!!- chillé de nuevo con todas mis fuerzas.
Puso cara de hastío.
- No sigas por ahí.
- ¡¡Suelta!!- Intenté patearle la entrepierna pero, al estar sentado, no conseguí otra cosa que darle en el muslo.
Sopló por la nariz más molesto que dolorido.
- Me estás cabreando, en serio.
Sentí cómo su mano me apretaba aún más y sin pensar me lancé a mordérsela.
- Basta- dijo como si regañara a un niño- Vas a hacerte daño.
Le clavé los dientes hasta que me dolieron.
- He dicho basta- exclamó amenazadoramente.
Ante el poco efecto de mi mordedura desistí y le crucé la cara de un bofetón, que enseguida comprobé me dolió más a mí que a él.
Ésta vez me lanzó una mirada furibunda y dijo con voz ronca:
- Te estás pasando. Como vuelvas a tocarme la cara te mato.
Me quedé helada. No sé si fué por su forma de mirarme o por las palabras pero, supe que hablaba en serio. Y mi cuerpo se paralizó.
- Y si... dejo de hacerlo...- aventuré casi sin aliento.
- Humm...- Me observó un instante que me pareció una eternidad- Me lo pensaré.- Y sonrió de manera apabullante.
Y fué en ese instante,que me dí cuenta de cuán peligroso era. Nadie sonreía así en una situación como aquélla ...A no ser... que fuera un psicópata...
No hay comentarios:
Publicar un comentario