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miércoles, 13 de marzo de 2013

Muérete mientras puedas ( VI )

    Le observé como cualquiera odservaría a un desiquilibrado mental que se hubiera puesto a dar volteretas en un ascensor.
    Sí, puede que Janna fuera mi nombre pero...¿por qué no lo recordaba?  Y todo eso del apocalipsis, y de qué era él...Y de repente caí en la cuenta de algo.

   - ¡ La cocacola!- Mi voz sonó como un graznido seco.
   - Qué pasa ahora...- soltó un bufido nasal.
   - ¡Ahora lo entiendo!...¡Me has drogado!...
   - Dios mío...- y miró al techo.
   - Todo ésto ha empezado cuando he bebido ese trago que me has obligado a tomar...
    Él se dejó caer pesadamente en el taburete más próximo.
   - ¿Qué le has echado al refresco chiflado?...
   - Naada.
   - ¿Con que nada eh?- pro fin todo empezaba a encajar.
   - ¿Cómo iba yo a echar nada en el refresco si tú misma lo has sacado de la máquina, eh?
   - ¡La tenías preparada!¡Por éso estabas junto a ella!
    El psicópata me miró con lástima y luego suspiró.
   - Vaale, está bien.   Digamos que he podido sacar una lata de la máquina expendedora, introducirle una droga y volverla a poner dentro para que tú la sacaras,sabiendo exactamente qué refresco ibas a escoger de antemano...
   - ¡Exacto!...- aunque, viéndolo así parecía más bien difícil...¡pero no imposible!
   - Y que toodo ésto es una alucinación inducida.
   - ¡Ahá!...
   - Y el hecho de que no recuerdes ni tu nombre, también es debido a esa...droga.
   - Tú mismo lo estás diciendo.
   - Entonces...Si tan segura estás de tu teoría, sólo bastará con abrir tu bolso y echarle una mirada a tu carné de identidad para saber quién eres realmente,¿no?
   - ¡Claro...!- "¡El bolso!...¿Por qué no se me habrá ocurrido a mí?..."
   - Bien pues, adelante.
    Tanta colaboración repentina no me daba demasiada confianza pero no podía fiarme demasiado de mi actual perepción: Estaba drogada.  Agarré el bolso rápidamente, saqué la cartera y la inspeccioné con avidez.   Y cuando tuve el carné delante...
   - Ejem...¿Pasa algo?- preguntó con insolencia.
   
    No podía creer lo que estaba viendo.  Me llamaba...¿Margarita Ríos?...Aquel nombre no me decía nada en absoluto, pero éso no era lo más desconcertante...
   - Humm...¿Cuándo te has operado?- dijo por encima de mi hombro.
    Me aparté de él brúscamente pero mi mirada iba de la fotografía del documento al cristal de la ventana que había tras la barra y en el que me reflejaba como en un espejo...Las imágenes...¡No coincidían!...
    Mis manos comenzaron a temblar y dejé caer la cartera.

   - Veamos...-dijo tomándola con rapidez- Margarita Ríos...Tienes cuarenta y dos años...Soltera...Y aquí hay más fotos, vaya...Éstos deben de ser tus hermanos, claro y ésta señora...tu madre, seguro, tienes sus ojos...O mejor dicho: Margarita tiene sus ojos...Humm...Qué interesante, ¿no te parece?
   
    Me costaba respirar.
   - ¿Cómo ha conseguido cambiar tanto, señorita Ríos? ¿Hay algún cirujano plástico en el tren?
   - Ése bolso no es el mío...- repliqué con un hilo de voz. "¡Qué está pasando...!"
   - Es evidente que no. Pero,¿cómo es que lo tienes? Has entrado con él en este vagón,antes de verme.
   -No lo sé...

    Todo era tan confuso...Aquéllas personas de las fotos...Mis hermanos...Mi madre...Intenté recordar algo más sobre ellos pero...fue inútil...Sólo había aquéllas fotografías en mi cabeza...nada más...Y mi rostro...Yo no era morena de piel...No aparentaba cuarenta y dos años...No era...Margarita Ríos...

   - Uf, menuda cara- se mofó- Cualquiera diría que has visto a un fantasma.
   - Dónde está mi bolso...
   - Ah, que no es éste.
   - Basta de sarcasmo...Dónde está...
   - Por qué tendría yo que saberlo.
   - Pues porque tú...
   - Porque yo qué
   - Todo ésto es cosa tuya,¡lo sé!
   - Vaya, pues sí que soy bueno haciendo...magia.
   - ¿ Por qué me haces ésto..?- imploré sintiédome cada vez más cansada y más confusa.
   - Yo sólo te estoy llevando de vuelta a la realidad, nena.  Lo que deberías empezar a preguntarte es por qué creías que eras Margarita Ríos.
   - Yo...no sé quién...Yo creía que era...
   Dentro de mi mente sólo había un gran agujero negro cada vez más grande y atemorizador.
   - Eres dura de mollera, éso está claro. Siempre lo has sido...
   - Que lo he sido...Pero...¿De qué me conoces?...- mi voz sonó más a súplica que a imposición.
   - Humm...por fin pareces algo receptiva.
   - ¡Habla de una vez!
   - Caalma, mujer, caalma.
   - ¡No me trates como si yo fuera la loca!- chillé.
   - No te comportes como tal.
   - ¡Por favor...!- golpeé el mostrador de pura impotencia, casi lloriqueando- Dime qué está pasando...por favor...
  
    El tío abandonó  su postura de arrogancia e ironía y dejó caer los hombros.
   - Es lo que intento hacer desde hace rato.
   -¡Pues hazlo de una vez...!
   -Ok. Escucha y no me interumpas, ésto ya está durando demasiado.
    Asentí en silencio.

   - Bueno...vamos allá...Te llamas Janna Dawn.  Naciste en New Hampshire, hace 23 años.  Yo soy Jarrod Robert, me conociste hace seis meses en el hospital Sagrado Corazón, donde acabaste después de la tragedia del Pub Wellington, yo te llevé allí.
   - ¿Tragedia...?
   - ¿No te suena absolutamente nada de lo que te estoy contando?
   - Lo siento...de momento no...
   - Vale...-suspiró de nuevo con cansancio- Toda la gente que había en aquél pub murió, en el incendio, excepto tú.
   - ¿Q...qué incendio?...
   - Vale, éso no podrás recordarlo.
   - ¿Por qué no?
   - Porque tú ya no estabas dentro cuando empezó.
   -¿ Por qué...?- tragué saliva.
   - Yo te saqué antes.
   -¿ Antes del incendio...?- las piernas me flaqueaban otra vez.
   - Sí.  Y me aseguré de que estuvieras inconsciente.
   - Cómo...
   - Te golpeé.  Pero no para matarte, claro.
   - Pero...pero...-me costaba concentrarme aunque no podía dejar pasar aquéllo que me angustiaba.
   - Quéee...Joder con las preguntitas...
     Procuré escoger mis palabras con cuidado.
   - Entonces tú sabías que iba a haber un incendio allí...
   - Por supuesto. Nunca dejamos cadáveres con pistas.
   - De...¿dejamos...quién...qué...?
    El tal Jarrod o Robert o como fuera,bufó.  Luego sacó una fotografía arrugada del bolsillo de su pantalón.  Me la mostró.
   - ¿Te acuerdas de él? Es Lòrien. También le conociste ésa noche.
   
    Observé la fotografía con detenimiento.  Era de un hombre joven, de unos veinticinco años, alto, atlético y moreno, con los ojos verdes y un rostro atractivo...muy atractivo...Casi demasiado...

   - Todos le llamábais... 'El Francés'.

    De repente una imagen se materializó en mi memoria.  Un bar...oscuridad...Una canción...Gente que aplaudía... Y ése chico de ojos verdes tocando una guitarra...

   - Sí...espera...
   - Sabía que a él le recordarías- apostilló con cierta amargura.

    Le veía en mi cabeza, sonriente...
   - Me... hablaba de música...Sí...A mí y a...Carolye y...Vicky...
   - Tus amigas.
   -¡Las recuerdo!...Carolye no quería salir pero...yo la convencí...
   - Y acabásteis en el pub.
   - Sí...Pero...Pasó algo...
   - Ya lo creo.- Su tono era triste de nuevo.
   - Pero qué pasó...
   - ¿Recuerdas ya quién eres?
   - Espera,espera...- Y como una oleada de imágenes desenfocadas, mi vida volvió a mi memoria...El barrio, mis padres...la universidad,mi habitación...mis amigos...mi nombre...- Soy Janna...¡Janna Dawn Haward!...¡Lo recuerdo!...¡Recuerdo mi casa!
   - Bien.
   - Estaba estudiando para un exámen de ciencias y me cansé...Me discutí con mamá y llamé a Vicky y a Carolye...Y salimos...
   - Al pub, lo sé.
   - Sí...Y entró ese tío, El Francés...Dijo que se había perdido buscando su pensión y ...
   - Le invitásteis a cenar.
   - Sí...Pero no quiso comer  nada...Y...
   - Se puso a jugar a los dardos con vosotras, ya.  Se le da muy bien.
   - ¡Exacto!...Lo sabes...Pero, entonces...¡estabas allí!
   - Ojalá, pero no.  Sé qué es lo que Lòrien suele hacer, su...forma de actuar.   Es un tipo encantador, muy social...sobre todo cuado tiene... hambre.
    Un escalofrío me cruzó la espalda como un latigazo.
   - Qué quieres decir...
   - ¿No recuerdas nada más?

    Mi mente abotargada se esforzaba al máximo.
   - No recuerdas cómo...empezó...
   - No lo sé...- mi cabeza giraba entorno a algo como en una olla llena de agua enfangada.
   - ¿No recuerdas los gritos ni...la sangre...?

    Y de golpe, como si un vendaval me azotase desde dentro, mi cerebro reprodujo para mí otra imagen...La imagen más macabra y aterradora que había visto jamás...

lunes, 4 de marzo de 2013

Muérete mientras puedas ( V )

   Nunca había soportado demasiado bien el dolor.   Hay gente que sí, que está acostumbrada a tener achaques o limitaciones físicas y...en esos momentos deseé ser una de ellas.
    Apreté los párpados esperando, por lo menos, no ver de dónde iba a venir el golpe...o la herida...o lo que fuera que...ese tarado iba a hacerme. 
    Esperé y esperé lo que me pareció una eternidad pero no sentí nada.   ¿Mi cerebro bloqueaba lo que estaba haciéndome?   Me sentí aliviada de que así fuera.

   - Se puede saber qué pasa ahora- dijo como una pregunta.
   Abrí los ojos aturdida y me encontré con su mirada azul.
   - Estás como una regadera. ¿ Qué crees que voy a hacerte?
   - No lo sé...Pero...-me armé de valor- Sea lo que sea, por favor...hazlo rápido...
    Su mirada se tornó escéptica y divertida.

   - De verdad que no me puedo creer que seas precisamente tú la que esté asustada...
   - ¿ Eh...?
   - Tú, la señora apocalipsis asustada.  Me cuesta creerlo.
   " Oh no...Ya estamos con el delirio otra vez..."

   - ¿ Cómo me has llamado?...
   - Ya sabes a lo que me refiero.
   - No es por llevarte la contraria...Pero...No.  Y si supiera por qué me estás haciendo ésto...no sé, pero tal vez...podría...Si supiera qué es lo que te he hecho de malo, podría...intentar...arreglarlo...- Por supuesto iba totalmente a ciegas con el tema, pero lo cierto es que parecía furioso conmigo por algo.
     Escudriñó mi rostro con desconfianza.

   - De veras no recuerdas quién eres, ¿eh?
   - Sé quién soy...Lo que no sé es...Quién crees tú que soy...- Era arriesgado apretarle las tuercas pero de verdad que no sabía qué más hacer.
   - Humm...Así que sabes perfectamente quién eres y crees...que estoy loco o algo parecido,¿no?
   - Emm...Algo así, sí...
   - Bien, pues...entonces no te importará decirme tu nombre.
   - Claro que no.-  ¿Era prudente decírselo y llevarle la contra?
   - ¿Y bien?
   - Me llamo...
   - ¿Sí...?

     Algo pasó en mi cabeza entonces.  ¡Estaba completamente bloqueada! ¿Qué me pasaba?
   - ¡Qué me has hecho!...-le acusé sin florituras. Algo no iba bien y sospechaba qu él tenía algo que ver en éllo.
   -¿ Yo?- respondió divertido.
   - ¿Me has hipnotizado o algo así?¡Qué le has hecho a mi mente!
   - Nada de nada. Qué pasa, ¿no recuerdas cómo te llamas?
   - ¡No!...
   - Ahá.  Por fin.
   - ¡ Por fin qué!- ahora sí estaba aterrorizada- ¡Devuélveme la memoria!
    Él rió quédamente.
   -Yo no te la he quitado.
   - ¡Sé que has sido tú!...
   - ¿Estás segura?  A dónde ibas.
   - ¿Eh...?
   - Cuándo compraste el billete y hacia dónde te diriges, a ver.
    Me concentré todo lo que pude pero...¡no había nada...! Mi memoria no reaccionaba...
   - Qué comiste ayer, o ésta mañana.
    Empecé a sentirme mareada.
   - Basta...
   - ¿ Cuántos años tienes?
   - ¡Basta!...
   - ¿ Cuál es tu color favorito?
    De repente la bombilla se encendió.
   - ¡El rojo!...¡Es el rojo!...No, espera...- no estaba segura.  El rojo me gustaba pero a la vez me daba como...grima y...
   - Qué pasa.
    Me deshice de sus manos y retrocedí. Él no me lo impidió.
   - No puedo pensar contigo delante...No puedo...-  la cabeza me daba vueltas y sentí náuseas-  Yo...necesito...vomitar...
   - No, no vas a vomitar.
   - Voy a hacerlo...
   - No lo compredes, Janna: Tú no puedes vomitar.
  
    Le miré pasmada. ¿ Me había llamado...?
   - ¿Janna?...-  Y de sopetón ése nombre me encajó. ¿ Era el mío?...¡ Pero qué clase de pesadilla agustiosa estaba teniendo!...
   - Tranquila.  Dentro de unos instantes lo recordarás todo.
   - ¿ Recordar qué...?...- Por fin me apoyé en la barra.  " Dios mío...Qué me está pasando..."
   - Todo: Quién eres, qué haces aquí, qué hago yo aquí...todo.-  Su voz sonó tirste.
   - ¿ Quién eres...?- Apenas podía sostenerme derecha.  
    Él se acercó y me ayudó a sentarme.
   - Robert, pero...Tú ya me conoces, ¿ verdad? 
     Clavó en mí una mirada tan triste y tierna y tan compleja y llena de matices que me hizo pensar en que tal vez tenía razón.
   - Pero quién soy no es lo más importante.  Lo que debes intentar recordar es qué soy y por qué estoy aquí...

domingo, 17 de febrero de 2013

Muérete mientras puedas ( IV )

     ¿Sabéis cómo es esa sensación previa al ridículo, cuando te acabas de dar cuenta de que alguien te está gastando una broma pesada?   Pues algo así, sólo que mezclado con miedo , era lo que yo sentí al oír aquéllo.

-   Qué pasa, has puesto cara de gato que atrapa un ratón.
-   Será porque acabo de atrapar a uno y bien grande.
  Su respuesta indicaba que efectivamente, no iba desencaminada.
-   ¿Qué?-  Ahora me miraba confundido.
-   Venga, no disimules más-  sonreí aún sin tenerlas todas conmigo pero muchísimo más relajada, como al despertar de una pesadilla- Como broma para matar el aburrimiento de un trayecto largo está bien, pero te has pasado un poco con lo del brazo, la verdad.   Me has hecho daño.
-    Pero no te he golpeado en la cabeza que yo recuerde,¿no?- replicó enfadado-  ¿ De qué broma hablas?¿Es que has perdido el juicio del todo?

    Por un momento la pesadilla volvió pero, enseguida recobré el control.

-   Lo haces bien.   Se nota que no es la primera vez, ¿eh, pillín?  -  hasta me atreví a darle un ligero codazo.

    Pero, contrariamente a lo que esperaba, el tío puso cara de búfalo cabreado y apretó las mandíbulas al decir:

-   ¿ Qué intentas?
-   Pues...-  No compredía...
-   Ésto no es ninguna broma.
    Y entonces me enfadé yo.

-   Mira, es tarde y estoy cansada, así que, si no te importa...-  Me levanté-   Seguiré leyendo mi novela y espero no vover a verte en todo lo que me queda de viaje y de vida.   No ha tenido ni pizca de gracia y ¿sabes?:  Tampoco eres tan guapo.

     Me miró con la boca abierta mientras me dirigía con paso digno a la puerta del vagón por la que había llegado.

-    Dios mío...- susurró impresionado-  Estás muy loca...
-   Anda, pues éso es exactamente lo que yo opino de tí. Buenas noches y que te den a tí y a tus bromas.

     No dijo nada más y yo ya tenía prácticamnete el tirador en la mano.   Por fin, iba terminar el mal sueño.   Menudo susto me había dado el capullo.   No estaría de más que le advirtiera al personal del tren de que había un pavo por allí que asustaba a las mujeres.   En cuanto viera a alguien...

-   ¿ A dónde te crees que vas?-  Dijo a mi espalda.

    Me volví sobresaltada.   En su expresión había nervosismo y tensión, pero también una feroz determinación y éso hizo que me asustara otra vez.   Estaba muy cerca.

-   Basta- me atreví a decir a pesar del miedo-   No tiene sentido seguir jugando a ésto.
-   Estoy de acuerdo.
-   ¿ Entonces?
-   Entonces qué.
-   ¡ Qué lo dejes, que dejes de asustarme ya! -  Agarré el tirador e intenté salir, pero él  bloqueó la puerta.
-   No vas a ninguna parte.   Todavía no.

     Tragué saliva.   La pesadilla se materializaba de nuevo delante de mis ojos.   ¿ Es que me había equivocado?    Algo en mi interior me dijo que sí y acto seguido, me sentí tan aterrorizada que reaccioné empujándole con todo el peso de mi cuerpo; Aunque fué como intentar mover una roca a pulso:   Salí rebotada por el impulso y caí a suelo de culo.

    El tío se tapó la boca con la mano.

-   ¡¿  Te estás riendo de mí?!...-  No daba crédito.
-   Sí- confesó como si nada-   Esto se está poniendo tan raro y surrealista que...no puedo evitarlo...-  Y soltó una carcajada casi en contra de su voluntad.
     Pestañeé aturdida.    Era real...Aquel tío...Todo lo que había estado temiendo era...de verdad...

-   Anda, levanta de ahí -.  Me tendió la mano, yo se la tomé aunque con reticencia y él tiró de mí hacia sí, demasiado fuerte.  
     Acabé chocando con su pecho.
     Fuí a apartarme enseguida, pero él me retuvo pegado a mí.   Y entonces sí que tuve miedo.  Un miedo atroz a que aquél fuera el definitivo y espantoso comienzo de mi fin...

jueves, 14 de febrero de 2013

Muérete mientras puedas ( III )

    Algo en su siguiente expresión me confundió aún más de lo que ya estaba por la situación en sí.   Ahora parecía como...¿triste?   No... Imposible.  Que yo le diera lástima era contradictorio a su amenaza de muerte y a la violencia de sus actos.    O quizás estaba tan chiflado como esos psicópatas que asesinan por 'encargo divino' y que creen que deben matar pero que en realidad no desean hacerlo.  Yo no podía saberlo, pero sin duda podía intentar seguir dándole pena, quizás así...tal vez...

-   No me hagas daño, por favor...por favor...

    Él se envaró como si le hubiera picado una avispa.  Parecía que no le gustara que le suplicra...Ay,ay...

-   Ya está bien de lloriqueos,¿no?
-   No comprendo...
-   Deja de hacerte la víctima- gruñó.
-   Perdona pero: soy, la víctima.
-   Eso crees,¿eh?
-   ¿Perdona?...- ¡Aquél tío estaba completamente perdido...!

    Me lanzó una mirada feroz.   Luego solpló por la nariz.

-   Conversemos,¿quieres?
-   Quiero que me sueltes...
-  ¿Prometes no correr ni gritar ni nada de eso?
-  ¿Prometes tú no hacerme daño?

    Volvió a soplar.
-   Estás agotando mi paciencia.
-   ¿Qué...?- No daba crédito a lo que oía-  ¡Que yo estoy agotando tu paciencia!...
-   Sí y eso no es nada bueno, créeme.

    Cerré el pico atemorizada.  Puede que el tío estuviera como una regadera pero estaba claro que se creía con derecho a retenerme allí.  Actuaba como si yo le estuviera haciendo perder el tiempo, el muy...

-   ¿De veras no me reconoces?
-   No...
-   Pues entonces tendré que refrescarte la memoria.

    Y sin más, tiró de mí y me besó con fuerza, casi con fúria.
    Me estremecí de pies a cabeza.  No sólo por la sorpresa si no porque, desde luego, sabía besar.  Pero pasado el primer segundo de confusión, me revolví con ímpetu y  asco y conseguí apartarlo de mi cara; luego le abofeteé.
   
    El tipo me atravesó con la mirada y yo me encogí.
-   No has debido hacer eso.
-   Pero tú...me has...
-   Aunque...Supongo que esta vez me lo merecía- y sonrió con tanta arrogancia que a punto estuve de pegarle otra vez.

   Me empujó sobre el taburete y me obligó a sentarme, de nuevo con expresión austera.  Luego advirtió:
-   Voy a soltarte, pero espero que no lo tomes como una promesa.
   Asentí en silencio y lo hizo por fín.
   Me dolia la muñeca, aunque no podía sentirla, debido al shock seguramente,pero sabía que me dolía...   No sé si más debido al grillete que había formado su mano en torno a ella o por mis frustrados intentos de huída.

-   ¿Te duele?
-   Sí...
-   Bien.  Ahora hablemos.

    Le miré con extrañeza.
-   Pero...No comprendo...¿ De qué quieres hablar?...
-   De qué no, de quién.
-   Vale...De acuerdo...Pues...tú dirás...
-   Supongo que no te dice nada el nombre de Janna, ¿me equivoco?

    Mi cerebro daba vueltas en busca de algún recuerdo, por ínfimo que fuera que estuviera relacionado con el nombre de Janna.  Pero no hallé nada de nada.

-   Nno...lo siento...
-   No mientas así.
-  ¿ Qué?...¡No estoy mintiendo...!¡No sé quién es esa Janna!
-   Me refiero a que no lo sientes en absoluto.
-   Pero...No te entiendo...No sé qué...
-   ¿Quieres hacerme hablar de ella? ¿Es éso? Pues vale, te hablaré de ella- espetó cabreado.

    Volví a cerrar la boca.  Si el psicópata quería hablar de esa mujer hablaríamos, por supuesto.  Mientras pensara en hablar no pensaría en matarme...O éso esperaba.  Qué loco estaba y qué miedo daba...Al parecer se le había metido en la cabeza que me conocía, yo diría que hasta que habíamos estado liados o algo...Madre mía... Si yo hubiera estado alguna vez con un hombre así me acordaría, por descontado.   Todo eso del beso y de la tal Janna y toda esa ida de olla...Me sonaba a desvarío mental y de los  gordos.  Qué mal, pero qué mal que estaba de la azotea el desgraciado...

-   Dices que no la recuerdas pero,no te creo.
-   ¿Por qué no?-  Decidí seguirle un poco el rollo de la conversación.  Como si realmente una persona retenida en contra de su voluntad y amenazada de muerte, puediera conversar como si nada con un psicótico violento...Pero debía intentar ganar tiempo para mí.   Tal vez si conseguía vivir lo suficiente, alguien aparecería en aquel vagon y yo podría pedir ayuda.-  Las personas no siempre lo recuerdan todo.
-    Ella era imposible de olvidar.

    Tragué saliva.
-   Has dicho...¿era?...
-   Lo he dicho.   Te sorprendes.
-   Pues...Claro que me sorprende...Yo...
-   Murió hace dos días...-  Agachó la mirada.

    Ahora parecía culpable, como avergonzado y a mí se me pusieron todos los pelos de punta.   Quería dar a entender que se la había cargado...y que...¿se arrepentía?

-   Cómo...- susurré con voz ahogada.
-   Está muerta.
-   No...Quiero decir que...Cómo murió...
-   Vaya, qué respuesta tan interesante.   Sobre todo viniendo de la persona que la mató...


martes, 12 de febrero de 2013

Muérete mientras puedas ( II )


    Ya...Estaba claro que me había metido en el lío más grande de mi vida.  Y lo peor era que, por mucho que me estrujara la mente, no conseguía analizar lo que estaba pasando para encontrarle un sentido,  no lograba pensar en otra cosa que en pegarle un buen porrazo y escapar.   Pero, ¿pegarle con qué? ¡ Y, escapar a dónde si estábamos en un tren...!   Eso que había dicho el tío de que los vagones contiguos estaban vacíos parecía ser cierto, a juzgar por la tranquilidad con la que me había oído gritar a pulmón...  Entonces...¿ya estaba? ¿ Iba a morir allí de una manera horrible?...

    No debí hacerlo, los psicópatas se ponen con el dolor ajeno pero, me eché  a llorar.  Mi madre...Pobrecilla...Mi muerte le iba doler tanto... Y mis hermanos...Qué golpe para todos, joder...Ni siquiera había conseguido cumplir el gran sueño de mi vida...Qué triste mi muerte.  Yo, que creía que moriría de vieja... 

-  ¿ Lloras de miedo?- me dijo el psicópata.
   Sabía que le iba a gustar...Maldito enfermo...
-  No...
-  ¿ Ah,no?- se mofó en mi cara.
-  Lloro de pena y de rabia... Chiflado de mierda...- mascullé simulando la valentía que ambos sospechábamos que no tenía.
-   Pena y rabia.Humm...¿Y miedo no?
-   Que te den, capullo desviado...

    Su rostro se ensombreció.

-   Cuida tus modales.
-   Deja que me vaya...- le ordené a punto de derrumbarme.

   La expresión de disgusto no abandonó su cara.

-   Venga, siéntate.  Y hablemos.

    Obedecí.  ¿Qué otra cosa podía hacer?

-   Y bebe un poco.  No quiero que te desmayes.

     Ésa declaración me aterrorizó.   Apreté los labios contra la lata de refresco y me obligué a beber un trago que me revolvió el estómago.

-   Buena chica.

     Dí un respingo al notar el roce de su otra mano en mi cuello.   De modo que era uno de ésos psicópatas...
    " Dios mío...Haz que todo acabe rápido..."
    Lloré con más fuerza.

-   No entiendo a qué viene tanto llanto, la verdad- dijo contrariado.
-   No quiero morir así...aquí...
-   Ya...-  supiró como cansado- Todos morimos, nena, todos morimos...

Muérete mientras puedas ( I )

   No quise parecer una impresionable estúpida e ignorarle, de modo que me dirigí hacia él y le dije: "Buenas noches",´pero el ser no me respondió, aun que sí que me miró de reojo y con superioridad.  Éso me molestó.
    Saqué la lata dándole golpes a todo lo que pude para demostrar mi cabreo y me senté en uno de los incómodos taburetes fijos.   Ya lo sé...Tendría que haberme ido de allí, pero no le iba a dar también esa satisfacción. 
    Qué idiota... Yo, no él por supuesto.  Estaba clarísimo que le importaba una mierda lo que yo creyera o pensara de él.   Pero, tonta de mí, permanecí allí, dándole la espalda a propósito, para demostrarle que no me intimidaba su altiva presencia y que en el fondo, yo 'sabía' que no era un ser sobrenatural como aparentaba, que sólo era un tío un poco más guapo e interesante que la media- vale, bastante más que la media-, pero sólo un tío, aunque a mi romántico y fantasioso cerebro le gustara jugar a imaginar cosas, como al de la mayoría de mujeres solitarias y con una vida monótona.  No había ningún mérito especial en impresionar a alguien como yo.

    Y al cabo de unos tensos segundos, en los que me pregunté contínuamente porqué demonios seguía haciendo el imbécil ( de nuevo me refiero a mí y no a él), ocurrió algo inesperado:
    El tipo se levantó y fué a sentarse a mi lado.

-  Qué tiene que hacer uno para estar a solas...- dijo suspirando.

   Le miré como si fuera la primera vez que lo veía.  Lo cierto es que era tan guapo que mirarle de cerca parecía una especie de acto obsceno.

-  No sé.  Quizás viajar en coche- respondí desafiante.

   El tío rió entre dientes.

-  No te acuerdas de mí, ¿no?

   Ahora sí estaba sorprendida y seguro que mi bobo careto lo reflejó a la perfección.

-  Perdona pero...No tengo ni idea de quien...
-  No, ¿eh?...Ya.

   Fruncí el ceño extrañada.  ¿Intentaba cachondearse de mí?
-  ¿Qué quieres decir con ese 'ya'? No sé quién eres.
-  Ya, claro.
-  ¿Perdona?
-  ¿Siempre pides perdón al hablar?
-  No sé, dímelo tú.

   Él volvió a reír y después insistió:

-   No me reconoces.
-   Porque es la primera vez que te veo.  Es que...¿eres famoso a algo así?
-   No.
-   ¿Entonces?
-   Te estoy tomando el pelo.  Creí que te dabas cuenta.
-   ¿De... qué exactamente?
-   De que estoy bromeando, mujer.
-   Ahm.- No supe qué replicarle, lo juro. Estaba tan confusa como abrumada, como molesta.

   Rió con ganas y a mí sus carcajadas me sentaron como un patada en las tripas.

-   Vale.  Creo que me voy- dije poniéndome en pie.
-   De eso nada.
-   ¿Perdona?
-   ¿Vas a dejarme ahora que has conseguido mi atención?
-   Oye, que yo no quería conseguir tu atención.
-   Ya. Por eso me has saludado y has hecho el numerito de la ofensa con la máquina de bebidas.
-   Me he ofendido porque no has sido educado. Las personas...cuando tú saludas, ellas...- Humillantemente me perdí contemplando su sonrisa.
-   No te líes, que ibas muy bien.
-   ¡Pero bueno! Tú de qué vas...- Ahora sí que me estaba ofendiendo, ¿quién se creía que era? El tío más interesante de la Tierra o qué. Hice ademán de marcharme pero él me sujetó por el brazo.  Y de repente me sentí atrapada y asustada- ¡ Suéltame!
    En un segundo la situación tomó un cariz siniestro que debí haber previsto:  Una mujer sola, de noche y un desconocido con la palabra 'peligro' escrita en la frente... ¿Por qué narices no le hice caso a mi instinto cuando entré allí?
    Clavó sus ojos azul oscuro en los míos.
-   No.
    Forcejeé, pero fué inútil.  ¡Tenía mucha fuerza!
-   ¡Suéltame o grito!
-   Ya estás gritando, así que para qué.
-   ¡Socorro!
    El tipo se partió de la risa y yo no supe qué hacer...Le clavé un patadón en la espinilla, ¡pero no me soltó!  Aunque puso cara de palo, eso sí.
-   No te pases. 
-   ¡Que me sueltes!- chillé.
-   No hay nadie que pueda oírte en los vagones contiguos, grita cuanto quieras. No voy a soltarte hasta que te calmes.
-   No voy a clamarme hasta que me sueltes-  gruñí a la desesperada.

   El tío pareció calibrar mi respuesta antes de replicar divertido:

-   No te soltaré hasta que te sientes.
-   Pues no me sentaré hasta que te apartes.
-   Y yo no voy a apartarme.
-   ¡¡Socorro!!- chillé de nuevo con todas mis fuerzas.

   Puso cara de hastío.
-   No sigas por ahí.
-   ¡¡Suelta!!-  Intenté patearle la entrepierna pero, al estar sentado, no conseguí otra cosa que darle en el muslo.

    Sopló por la nariz más molesto que dolorido.
-   Me estás cabreando, en serio.
    Sentí cómo su mano me apretaba aún más  y sin pensar me lancé a mordérsela.
-   Basta- dijo como si regañara a un niño- Vas a hacerte daño.
    Le clavé los dientes hasta que me dolieron.
-   He dicho basta- exclamó amenazadoramente.
    Ante el poco efecto de mi mordedura desistí y le crucé la cara de un bofetón, que enseguida comprobé me dolió más a mí que a él.
    Ésta vez me lanzó una mirada furibunda y dijo con voz ronca:
-   Te estás pasando.  Como vuelvas a tocarme la cara te mato.

    Me quedé helada.  No sé si fué por su forma de mirarme o por las palabras pero, supe que hablaba en serio.  Y mi cuerpo se paralizó.

-   Y si... dejo de hacerlo...- aventuré casi sin aliento.
-   Humm...- Me observó un instante que me pareció una eternidad-  Me lo pensaré.-  Y sonrió de manera apabullante.

    Y fué en ese instante,que me dí cuenta de cuán peligroso era.  Nadie sonreía así en una situación como aquélla ...A no ser... que fuera un psicópata...

domingo, 3 de febrero de 2013

Muérete mientras puedas ( Introducción)

   A aquellas horas, en aquel tubo de metal hermético que iba a toda pastilla y sugestionada por la lectura, cualquier cosa me parecía tan posible como peligrosa.
    No había querido que me acompañase nadie, no era un viaje por placer, pero ahora me arrepentía de mi maldita tozudez de super-woman,que siempre me daba problemas...

    Algo como éso pensaba cuando le ví, allí, sentado con las piernas semiabiertas, y con esa cara de : "Sí, soy un ser sobrenatural y no pienso disimularlo porque me importa un carajo que lo creáis o no". 
    Por supuesto me quedé con la boca abierta.   Una no está acostumbrada a ver tanta belleza junta en un  único rostro.  Pero también me asusté. Sobre todo cuando el ser bostezó de mentira.   Sin duda éso quería decir que me había visto y que intentaba parecer distraído.  Mal rollo...
    Mi primer impulso fué el de largarme del vagón restaurante como las balas pero, cómo no, mi tonto cerebro racional se empeñó en hacerme creer que el escalofrío que me había atravesado la espalda era sólo consecuencia de las horas que llevaba sin dormir y la destemplanza producida por el agotamiento y la refrigeración del tren.  Y claro, le hice caso...Y ahí la cagué.

    Con mi careto somnoliento, me dirigí  a la máquina de bebidas que estaba justo a su derecha para sacar una coca zero.  
    Era increíble cómo su presencia parecía ocupar el doble de espacio que su cuerpo...Le sentía tan cerca como si le estuviera pisando.  Hasta me extrañó que no moviera un sólo músculo.  No había duda: Estaba disimulando.   Pero, por qué...